Al menos eso cree Martha Ramírez Hernández, quien lejos de elegir una imagen religiosa para venerar, fue una ellas, la del Señor de Chalma, quien "escogió" a la familia Ramírez Hernández para que lo adoraran.
Cuenta
Martha que después de la revolución, su abuelo regresó a casa con la sagrada
figura de unos 50 centímetros de altura. Ahí la tuvieron “durante muchos años; era
de toda la familia y de nadie en particular -dice- hasta que un día, una tía se
la llevó a su casa con la intensión de apropiársela, pero durante el traslado
se les cayó y se le quebró un brazo.
Agrega
que otro familiar también intentó llevársela, pero le sucedió lo mismo: se les
cayó y se volvió a quebrar.
"Fue
entonces que nos dimos cuenta que el Señor de Chalma deseaba quedarse en la
casa de mi familia. Para nosotros eso es una expresión milagrosa", refiere
la señora Ramírez Hernández, quien subraya que el milagroso patrón vive en casa
de sus padres hace 30 años y desde entonces le hacen una misa y una gran fiesta
cada 28 de agosto.
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